¿Cómo gestionar mi cariño ante dos hijos míos que lo necesitan?

¿Cómo parto mi atención para uno que la necesita más que el comer y para el otro que no le sobra?

¿Cómo tiro adelante con mi conciencia llena de incertidumbre ante un futuro, que sé que no es bueno imaginar, y ante un pasado que convierten mis errores en grilletes para que no pueda caminar?

¿Cómo hago para acostarme cada día sabiendo que he sido el mejor padre que debía ser si hay días que no lo consigo?

¿Cómo recojo mis temores en bolsas que no tienen fondo y cuando miro dentro veo que no hay nada?

¿Cómo gestiono mis emociones cuando son caballos salvajes que sólo buscan agua porque están cansadas de los altibajos del duro camino?

¿Cómo consigo que nadie note nada cuando sigo esperando cada mañana un “hola papi” que nunca llega?

¿Cómo hago para tragar hiel cuando alguien me dice que sabe por lo que estoy pasando?

¿Cómo gestiono mi autocontrol para no mandar a la mierda a gente que piensa que uso la pena como arma para ganarme el cariño de los demás?

¿Cómo duermo a pierna suelta sabiendo que hay gente que necesita mucho más que yo el cariño y todo lo material que a mí me sobra?

¿Cómo hago para no querer cambiar el mundo de las malas personas, que escupen hacia arriba esperando que le caiga a otro y no a él?

¿Cómo hacemos para que los diferentes se acerquen más a los normales y los normales vean la diferencia como algo normal?

¿Cómo puedo querer más si creo que mi tarro del cariño hacia los míos no tiene más que dar?

¿Cómo puedo cambiar mi esencia que me ha llevado a lugares oscuros y calles solitarias en las que no hay más que tiendas de ropa de segunda mano y zapatos viejos?

¿Cómo integramos a las personas con autismo?

De las preguntas anteriores me ocupo yo, pero para contestar a esta última te necesito a ti. En esta partida jugamos todos. NO es un solitario. Necesitamos remar todos a una y hacia el mismo sitio y procurar que las personas que hemos decidido categorizar como diferentes, tengan los mismos derechos y deberes que la inmensa mayoría de los normales. Y en esto jugamos todos.

No sirve de nada que yo ponga ladrillos si la sociedad no me acompaña. No conseguiré nada más que hacer una caseta para el perro y lo que hay que construir son rascacielos, pueblos, ciudades… te necesito y necesito que me sigas, o como mínimo que no entorpezcas mi camino.

Si no eres parte de la solución nunca seas parte del problema… hay mucha gente que trae ladrillos para construir, aparta y déjanos pasar.

-Reflexiones de un autista.

 


Fotografía: David Martín