Si se cae una caja de cerillas a mi lado, no pienses que sé cuántas hay, no tengo ni idea, igual que tú, NO cuento cerillas, NO sé hacer sumas infinitas.

Y si me preguntas qué día será el 22 de abril del 2089 sin mirar un calendario, tendré las mismas posibilidades de acertarlo que tú.

Tampoco soy un músico excepcional, porque no sé siquiera lo que es un piano.

Cuando vengas a conocerme, olvida y deja aparcados tus prejuicios y lo poco que sabes del autismo y no te sientas mal por ello.

Dijo Groucho Marx que es preferible estar callado y parecer idiota que hablar y demostrarlo definitivamente.

Además, no te sientas mal por no saber nada del autismo, realmente es muy poco lo que se sabe; se ha empezado a investigar sobre ello hace pocos años y por lo tanto que tú no sepas es lo más normal del mundo, lo raro sería que entendieras demasiado.

Solamente tienes que acercarte sin prejuicios, sin convencionalismos, sin creencias de ningún tipo, sin opiniones que son fruto de tus sospechas.

En fin, como te deberías de acercar a cualquiera que no conoces.

Habla en segundo lugar, si dejas que mis padres hablen los primeros y te cuenten, empezarás a aprender sobre mí. Ten en cuenta que ellos y casi todos los que conviven con una persona con autismo, han descubierto que contar su historia personal les desahoga y hacen algo, por pequeño que sea, para que el autismo se empiece a conocer.

Imagínate sólo por un segundo que vinieras con una bata blanca llena de color rojo y te dijera: ¿qué tal la operación de corazón que acabas de hacer? y simplemente vinieras de tu clase de dibujo.

No prejuzgues, no anticipes, porque además, cuando hay algo que se sale de la normalidad, si esperas un poco para hablar, la persona que está provocando el hecho diferente tardará muy poco tiempo en dar una explicación de su diferencia. El secreto está en esperar un poco.

Si esperas un poco descubrirás enseguida mi diferencia y sin duda alguna verás la luz que te guíe hacía mí.

Si se te caen las cerillas recógelas y jamás me preguntes cuántas hay. Porque si te digo un número y acierto, me voy a quedar tan acojonado como tú.

-Reflexiones de una persona con autismo.

 


Fotografía: David Martín