Cuando empecé a observar que mi hijo no se comportaba como el resto de niños, ¿dónde estabas tú?

El día del diagnóstico, cuando nos sentaron a mi mujer y a mí en una habitación mal pintada, con poca luz y con una mujer que le clareaba el pelo, ¿dónde estabas tú?

Y en los días siguientes, cuando no sabíamos ni qué era el autismo y casi preferíamos que fuera retraso mental, pues por lo menos habías oído hablar de esas palabras, ¿dónde estabas tú?

Cuando me iba de viaje y por la tarde me iba al hotel a llorar y a preguntarme ¿por qué a mí?, ¿dónde estabas tú?

Cuando salimos llorando de la reunión en la que nos comunicaron que Lucas dejaba la educación normal y tenía que ir a educación especial ¿¡Dónde coño estabas tú!?

Si tienes a un amigo que quieres mucho y sabes que está en el maldito proceso de conocer al monstruo del autismo, y le quieres ayudar, tienes que ser escrupuloso con el cómo y en el cuándo lo vas hacer.

Para el cómo, has de tener en cuenta que esos padres no suelen saber nada o muy poco del autismo. No sirve de nada que les frías a preguntas del tipo: ¿y hablará? ¿Y podrá andar? ¿Y entenderá?…

Los padres no saben lo que le ocurre a su pequeño y están empezando a intentar tragar un sapo, que a lo mejor tardan años en tragar o no lo hacen nunca. Por tanto piensa bien en el ¿cómo? En el fondo es tu amigo, le conoces mejor que muchos y sabes cómo ofrecerle amor y cariño sin crearle más tensión, que le sobra a borbotones.

En el cuándo sí te puedo ayudar. Llámale o procura estar a su lado cuando le vayan a dar el diagnóstico, cuando le vayan a hacer a su hijo una prueba importante, cuando tengan una reunión para decidir el futuro educativo de su pequeño…, en fin, cuando sepas que se van a enfrentar a una decisión importante o les van a comunicar algo decisivo en esta carrera maldita.

¡Llámale!, vete a verle y espera a que él te cuente: si va de hablar de la prueba médica que le han hecho a su hijo, se habla; si va de no hablar del autismo, no se habla y se saca otro tema. ¡Por favor! deja que en esos momentos sea él el que lleve la batuta de la conversación, lo necesita.

En esta ayuda que ofreces a tu amigo o amiga, como casi todo en la vida, no hay que pecar por exceso ni por defecto. Es decir, no vale de nada que le estés recordando a tu amigo continuamente la diferencia de su hijo, como tampoco que no le preguntes nunca porque te da vergüenza.

Templa, busca el término medio. Aparece en los momentos complicados y escucha, por favor, escúchale mucho cuando quiera hablar del tema. Hay una necesidad que tenemos todos los padres que tenemos un hijo con autismo y es la de contar lo que le está pasando a nuestro hijo: sus pequeños avances, sus diferencias con el resto de niños, en definitiva todos los padres de una persona con autismo somos “predicadores del monstruo” y de una manera u otra queremos contar lo que nos está pasando. Pero deja que ese momento lo elija él.

En definitiva, tienes que estar a su lado sin ser pesado ni molestar, pero sin olvidarle. Has de tener en cuenta que los gestos que tengas en estos momentos, nunca serán olvidados por estos padres.

Mucha gente se retira en los principios, no por maldad, sino por numerosas razones que son comprensibles y humanas: por miedo, por no saber que decir, por creer que vas a entorpecer más que ayudar, por desconocimiento del autismo y por un sin fin de razones totalmente legítimas y personales que nunca son para hacer daño a tu amigo.

Pero tu amigo te necesita y has de estar. Ya se encargará la vida de irte enseñando a ti y a tu amigo la forma de manejar esta nueva situación; sólo andando a su lado puedes aprender. Si desapareces, no aprenderás. En la retirada no está la solución.

Y siempre, siempre, siempre, ofrece a tu amigo: abrazos, besos y sonrisas. No le cargues en esos momentos con más problemas, ni con tus miserias. Pues él está enfocado ahora a combatir al monstruo y necesita estar fuerte. No te va a poder ayudar con tus problemas.

Si quieres a tu amigo, camina a su lado y verás que el camino que vais andando juntos os va a ir enseñando a ambos a quereros más y a que vuestra amistad crezca.

Reflexiones de un autista,

 


Fotografía: David Martín